Asistencia hogareña

Desde hace unos... no sé, tres meses, por primera vez en toda mi vida independiente, pedí a una chica que viniera una vez a la semana a ayudarme con el aseo de la casa.

Es muy raro, siempre pensé que podría hacerme cargo de todo; mi casa, mi trabajo, mis animalitos, en fin, tarde o temprano tuve que entender que sí necesitaba ayuda. Y aquí le presento a Estelita (Esti), madre soltera de un niño de 5 años que me ha robado el corazón.

Es curioso como uno se hace a la idea por años de que no necesit a nadie para llevar en orden su casa, pero cuando ella aparece en tu vida y te das cuenta de todo lo que ayuda, empiezas a tener otra perspectiva de la palabra "comodidad". Sin embargo, ahora tengo que aceptar que una inquietud se ha despertado en mí: "¿Qué pasará si se va?"

Porque pasa, ¿no? De repente, uno se anima a abrir las puertas de su casa a una desconocida para que te ayude. Se aprende el lugar en donde van las cosas, lo toca todo, entra y sale de los cuartos sin pudor alguno y de repente, un día, viene la frase tan temible: "Me voy para mi pueblo, ya no me hallo aquí".

¡No hay nada que se pueda hacer ante esa afirmación! ¿Qué le puedes decir para hacerla cambiar de parecer?

- No, espera no te vayas, en tu pueblo te vas a aburrir.
- Te regalo una brújula para que te halles.
- Supe que tu pueblo desapareció.
- Tu pueblo ha sido invadido por monstruos.
- Si ya te habías ido, ¿para qué te regresas?
- Aumentaré tu sueldo y además, juro que cambiaré.

Cuando deciden irse, no hay poder humano que las retenga y si antes te las ingeniabas para tener tu casa en orden, o más o menos en orden, el día que ellas se van, dejan un hueco terrible que es difícil de llenar. ¿Y ahora qué? ¿Quién podrá ayudarme? ¿Fue algo que dije? ¿Se habrá ido a otra casa?

En fin, espero no tener que encontrar respuestas pronto a todas estas interrogantes y que mi casa siga en orden por mucho, mucho tiempo.