Lo que tengo
No. Si ya sé lo que tengo.
Esta angustia, este nudo en el pecho, esta lágrima que siento atorada en el medio de mi nariz.
Este rencor al recuerdo, esta añoranza al pasado. (Porque es más fácil decir que todo pasado fue mejor que ver las bondades que te da el presente por miedo a superar los retos que vienen con ello.)
Este dolor en la rodilla que no es otra cosa que el cansancio de recorrer el mismo camino diario, año tras año.
Este dolor en la espalda no puede ser otra cosa que la sensación de haber sido traicionada.
Este entumecimiento de manos producto de la mecánica moderna.
Este nudo en la garganta que quiero gritar.
Ya sé lo que tengo. Me estoy muriendo. Por eso está tan frío mi corazón y tan inamovible el ego.
Una parte de mi vida se está quedando en el pasado. Está cerrando capítulo.
Está muriendo una parte de mi que conocía muy bien.
Está terminando una etapa de mi vida que parecía ser mi vida entera. Mi lado “A” yo le llamaba.
Se acaba y ahora me queda poco más que el recuerdo y lo incierto del futuro.
No conozco a la persona con la que me quedo. No sé cómo reaccionará estando tanto tiempo en casa.
¿Qué pasará al voltear el disco al lado B? Me inquieta, me gasta.
Experimento una muerte parcial y mi cuerpo la refleja concretamente y duele.
Quiero enterrar esa parte. Quemarla y rendirle el debido homenaje para despedirla con glorias. Pero, debido a las circunstancias, no creo saber cómo hacerlo.
3 Comments:
Ya sabes que si en algo puedo ayudarte, lo haré con mucho gusto. Te mando un abrazo muy grande... Se te extraña por estos rumbos... Ah, pero ta has ahorrado hartos enojos, jeje. Y alguna que otra broma de Juan.
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A ver niña, parese derecha, plantas de los pies pegaditas al piso, separados un palmo el uno del otro. Brazos a los costados, relajados. Cabeza derecha, mirada al frente. Bien, ahora, inhale fuerte, meta todo el aire que pueda, todo, todito... hasta que sienta que no puede más, hasta que sientas que si no lo sacas y jalas más te ahogarás. Más mucho más, hasta que sientas que te truenan los pulmones, bien, así. Más, que te duela cada milímetro cúbico que entra. Ahora sosténlo. Uno, dos segundo, imagina rápido que se convierte en todo lo malo, en todo lo feo, en todo lo triste, que se convierte en ese nudo que no sale de tu garganta, en esa angustia, en ese dolor, en ese sentimiento de traición. ¿Ya?, perfecto. Prepárate para lo bueno. Junta todos esos sentimiento en tu garganta... ahora... grita, grita fuerte... más fuerte... mucho más fuerte, quiero oirte hasta acá en donde estoy, quiero que tu grito lo oigan todos los habitantes de esta ciudad. Grita, grita como nunca haz gritado, más fuerte que cuando naciste, más fuerte que cuando más encabronada estuvieste, más fuerte que cuando más miedo tuviste, más fuerte que cuando más alegre estuviste. Grita, grita, no dejes de gritar, saca todo el aire, grita de dolor, del dolor que te causa que tus pulmones se colapsen para sacar hasta el último suspiro, grita mucho, grita fuerte. Y, mientras gritas, imagina como todo eso que no quieres, como todo eso que te está haciendo daño, todos esos miedos, todos esos rencores, todo, pero digo todo, estalla, se convierte en astillas, en minúsculos pedazos, en partecitas diminutas que ya no son nada. Ve como nada puede resistirse a ese grito primigenio. Déjalo salir, deja que el nudo en tu garganta se rompa y se destruya, deja que todo salga desde tu garganta y se disuelva en el sonido del grito más poderoso de que eres capaz. ¿Mejor?, ¿te sientes mejor?... muy bien... ahora ve corriendo a la tienda de la esquina y cómprate un paquete de halls de menta y chúpate una cada hora hasta que se acaben... Un abrazo.
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