Asistencia hogareña

Desde hace unos... no sé, tres meses, por primera vez en toda mi vida independiente, pedí a una chica que viniera una vez a la semana a ayudarme con el aseo de la casa.

Es muy raro, siempre pensé que podría hacerme cargo de todo; mi casa, mi trabajo, mis animalitos, en fin, tarde o temprano tuve que entender que sí necesitaba ayuda. Y aquí le presento a Estelita (Esti), madre soltera de un niño de 5 años que me ha robado el corazón.

Es curioso como uno se hace a la idea por años de que no necesit a nadie para llevar en orden su casa, pero cuando ella aparece en tu vida y te das cuenta de todo lo que ayuda, empiezas a tener otra perspectiva de la palabra "comodidad". Sin embargo, ahora tengo que aceptar que una inquietud se ha despertado en mí: "¿Qué pasará si se va?"

Porque pasa, ¿no? De repente, uno se anima a abrir las puertas de su casa a una desconocida para que te ayude. Se aprende el lugar en donde van las cosas, lo toca todo, entra y sale de los cuartos sin pudor alguno y de repente, un día, viene la frase tan temible: "Me voy para mi pueblo, ya no me hallo aquí".

¡No hay nada que se pueda hacer ante esa afirmación! ¿Qué le puedes decir para hacerla cambiar de parecer?

- No, espera no te vayas, en tu pueblo te vas a aburrir.
- Te regalo una brújula para que te halles.
- Supe que tu pueblo desapareció.
- Tu pueblo ha sido invadido por monstruos.
- Si ya te habías ido, ¿para qué te regresas?
- Aumentaré tu sueldo y además, juro que cambiaré.

Cuando deciden irse, no hay poder humano que las retenga y si antes te las ingeniabas para tener tu casa en orden, o más o menos en orden, el día que ellas se van, dejan un hueco terrible que es difícil de llenar. ¿Y ahora qué? ¿Quién podrá ayudarme? ¿Fue algo que dije? ¿Se habrá ido a otra casa?

En fin, espero no tener que encontrar respuestas pronto a todas estas interrogantes y que mi casa siga en orden por mucho, mucho tiempo.

2010

¿Que el tiempo es relativo?
Yo pienso que los relativos somos nosotros, según el interés que les pongamos a las cosas o el trabajo que nos cueste darle seguimiento a algún asunto es lo largo o corto del lapso.

Cada vez que me pongo a pensar en el tiempo que tengo sin actualizar mi blog, me recrimino lo frágiles que pueden ser las prioridades, no porque escribir en el blog sea de vida o muerte, ni más importante que entregar el trabajo a tiempo, pero no es menos importante que dedicar un rato para mí.

Escribir en este blog me resulta liberador, además, me recuerda quién soy, quién he sido y las cosas que son importantes para mí. Dejar de escribir en él es tanto como negar que he aprendido, que he reído, que soy de esas personas que escuchan a los que pasan platicando en la calle, que pienso de más pero que también soy impulsiva, que me equivoco, que soy workaholic, que lloro de tristeza, de berrinche, de desilusión, que extraño a mis amigos y que cada fin de año me conmueve saber que no importa lo distante que haya estado durante el año, la mayoría me felicita en mi onomástico y me perdonan por no llamar o escribir o visitar.

Hay escritos en mis libretas atrapados en papel que ya ni yo leo.

Este 2010 hice una lista de propósitos que no son propiamente de año nuevo, sino propósitos de vida y los apunté en mi agenda para recordarlos, por lo menos todo este año. Entre ellos está el recordar que el tiempo no es relativo, que el tiempo pasa indiscriminadamente y que el año nuevo llega al mismo tiempo para todos (+ / - 24 hrs), así que... cuidaré mi calidad y cantidad de tiempo. Volveré a ser amiga de mi blog y le contaré mis cosas para que, a su vez, se las cuente a otras personas que quiero y que casi nunca veo.

Seré más conciente del paso del tiempo para no dejar de disfrutar de los encantos que tiene estar vivo.

Empiezo hoy... ojalá me acompañen.