graysun

Existen criaturas nocturnas cuya inspiración sólo se ve iluminada por la noche. Estos seres buscan la luz bajo el cuerpo celeste más grande en el cielo cuando su musa les comunica el "sin sentido". Se resguardan entre las sombras y se iluminan con el "Sol Gris".

jueves, abril 27, 2006

La receta del hielo

Para que vean cómo esta ciudad está llena de sabiduría, les compartiré mi experiencia sucedida en el baño de mujeres en un bar. Si ustedes creen que los remedios caseros de abuelita eran efectivos, quizá puedan intentar algo de los nuevos "descubrimientos científicos" que hacen las nuevas generaciones.

Yo: (golpe de la puerta con algo) ¡Uy!, perdona, no te vi.

Adolescente 1.- (Sentada en el piso del interior del baño, obviamente obstruyendo la entrada) No, no, al contrario amiga, pásale, pásale, los dos cubículos están vacíos, ¿eh?, pásale al que quieras. (hip)

Yo.- ¡Ah!, órale... gracias, permiso. (entro al cubículo y cierro)

Adolescente 2.- (desde el lavamanos) ¡Cof, cof! ¡bbggg... bbbbbgggggg! .... Blllllaaaaaaaahhhggggg ¡cof, cof!

Yo.- ...

Adolescente 3.- (desde el lavamanos) Jijijijijiji.

Adolescente 4.- (desde el mismo lugar) ¡No mames wey! esta vieja se va a morir, está muy, muy peda (hic).

Yo.- ....

Adolescente 2.- Ayyee ahhhh.... aaagggh...cof.... bbbggg, ¡¡BBBBBGGGGggg....!! Tuffh, tuffh. CAF!

Adolescente 3.- Jijijijijijiji.

Adolescente 1.- No hay pedo wey, ahorita se le pasa. Lo que hay que hacer es meterle un hielo por el culo y se le quita.

Yo.- ¡.........!

Adolescente 4.- ¡¿Cómo crees?! ¡¿un hielo?!

Adolescente 1.-¡Hic! ¡a huevo! Cuando te pones borracha, lo que más se te calienta es el culo; entonces, si te echan un hielo se te baja en chinga.

Yo.- ...(pienso: sal rápido y muy sobria).... Permiso muchachas.


Ahora que ya legalizaron la marihuana, la coca, heroína, etcétera; me intriga pensar en qué le harían a la Adolescente 2 si la vieran pacheca.

martes, abril 25, 2006

Murphy got me... again

Ayer salí de la oficina y me dirigí a casa de mi madre, quien me prestó ropa para ir a la grabación de un cortometraje. Originalmente, yo iba a pasar a mi casa por ropa, pero, una junta ya no me lo permitió.

En fin, tras un mal cálculo y mucho tiempo perdido, Lonch y yo llegamos a la grabación, hacía un calor de los mil demonios y yo con pantaloncito de vestir, saquito, zapatito de piel, blusita cuca, en fin, disfrazada de mi mamá, pues.

La grabación medio maleta, pero me reí. Salimos del lugar y emprendimos el regreso a nuestras casa abordo del fabuloso metro. Insisto, un calor del demonio.

Por fin, Chilpancingo. Más calor. Subí las escaleras que me llevarían a la superficie terrestre e iba a la mitad de los escalones cuando, de pronto... comenzó. El muchacho que venía delante de mi fue atacado por una diminuta piedrecilla blanca que fue a aterrizar en su cabeza, él volteó a buscar al agresor mientras yo miraba el objeto y vi como otro casi idéntico se le unía en el piso. Alcé la mirada y vi cómo el cielo de la noche se iluminaba con un relámpago y me detuve un segundo. El muchacho, lo hizo también. Ambos estábamos a dos metros de la salida del metro cuando una intensa cortina de hielo y agua que tapaba toda visibilidad se precipitó en nuestras cabezas. Sólo alcancé a ver cómo la gente que pasaba se cubría la cabeza gritando y corriendo. Yo no podía creer lo que pasaba y un segundo rayo me dejó ver un cielo absolutamente invadido por una enorme nata de nubes, así que comencé a caminar. Era eso o esperar a quedarme atrapada ahí por horas, de cualquier forma, ya estaba empapada, la cortina de agua me había dejado el cabello pegado a la cara y la ropa al cuerpo.

"Sólo son cuatro cuadras" pensé, así que apresuré el paso entre los charcos, caminando aprisa, viendo cómo había gente seca o absolutamente mojada, se guardaba bajo los techitos de las tiendas de vestidos de novias que, para esa hora ya están cerradas. Toda la gente con cara de sorpresa. Los que estaban en la parada del metrobus miraban al cielo y a nosotros los anfibios con la boca abierta y una sonrisa de incredulidad.

Al llegar a la esquina de la casa, por supuesto, el aguacero, el granizo y el viento helado... simplemente... se detuvieron.

¿Y ahora cómo le explico a mi mamá lo que le sucedió a su ropa y que eché a perder sus zapatos en menos de 10 minutos?

martes, abril 18, 2006

Jacarandas por Gonzalo

Gracias a la filosofía taxistil.

Una mañana que me disponía a ir a trabajo (con el tiempo encima y un mal humor bastante desarrollado) salí corriendo a buscar un taxi que me llevara a la oficina. Para entonces, aún trabajaba en Polanco y me temía el peor de los tráficos.
Cuando abordé el taxi, el conductor me dio una calurosa bienvenida y yo no sé a ustedes, pero a mi me molesta que cuando estoy muy presionada, la gente se quiera hacer la simpática conmigo; así que en respuesta a su amabilidad, yo regresé el saludo de forma cortante y me apresuré a darle indicaciones acerca de nuestro paradero.
El taxista sonrió de nuevo, me echó un breve vistazo por el retrovisor y contestó: "con todo gusto señorita".
Al dar la vuelta sobre el Parque México, vi como una enorme mancha color lila se extendía sobre toda la calle y pensé. "Chingá, cuánta basura." Y, en seguida, el taxista, lleno de júbilo, dijo: "¡Mire nada más señorita, qué hermosura! Debe sentirse muy afortunada, ¿cuántas mujeres pueden presumir que la naturaleza les pone una alfombra de flores para que pasen sobre ella en las mañanas cuando van al trabajo?".

Sin darme cuenta, una enorme y sincera sonrisa brotó en mis labios, miré el retrovisor y me encontré con sus ojos que me miraban desinteresadamente. Sólo atiné a decirle "gracias" y él se dio por bien servido.

Gracias por hacerme sonreír, por hacerme olvidar mi mal humor, gracias por recordarme que uno decide todos los días, con qué cristal quiere ver la vida.

Gracias Gonzalo, por hacerme recordar esta filosofía.

domingo, abril 09, 2006

Me estoy volviendo tonta

Hace algunos días empecé a sentir que mi cerebro iba muy lento, como que se tardaba en entender lo que sucedía en el mundo, lo que le decía la gente. No se le ocurría nada nuevo, nada creativo, ya no digamos buenas ideas. Al moverme me pegaba con cosas y bueno, de venir a postear pues qué decir; me daba el clásico miedo del escritor frente a la hoja en blanco. Muchas veces no escribo porque no tengo oportunidad de sentarme con calma a redactar lo que quiero, pero en esta ocasión, era porque no se me ocurría absolutamente nada.Además, me dolía la cabeza muy seguido, cosa que no es normal en mi.

Fue entonces cuando me empecé a preocupar porque, en algún lado, una vez leí que el dolor de cabeza es un reflejo inconciente que se traduce como "miedo a pensar", entonces caí en cuenta de que
uno de mis temores en la vida se estaba materializando frente a mis tristes ojos: "Me
estoy volviendo tonta
".

Ya no sabía expresarme, yo decía una cosa y la gente que se supone que me conoce bien, me entendía otra. ¡Qué terror!, no sabía hablar, moverme, ¡no podía pensar! El mundo comenzó a sobrepasarme y entre más trataba de lograr algo de concentración todo iba de mal en peor. ¿Qué iba a pasar, un día despertaría sin recordar nada? no sabría moverme, no recordaría nada de lo que sé, me convertiría en un bulto en la casa incapaz de salir adelante sola. Tendría la casa impecable debido a la frustración y la impotencia de poder arreglar mi mundo allá afuera (¿no han notado que cuando una mujer se enoja o frustra empieza a limpiar o a ordenar algo?)

Y un día me rendí. Me descubrí frente al espejo, estaba descuidada, fea, el cabello hecho un desastre, gorda y para acabarla de joder...TONTA. "Bueno, por lo menos la casa estará en orden" pensé. No tardaré mucho en quedarme sin trabajo, la buena noticia era que empezaría a bordar de nuevo, mis amigos se aburrirán de hablar conmigo así que sólo vendrán a contarme chismes y mi novio me dejará por una bonita intelectual que conocerá mientras camina por la Condechi. "Se acabó". Siempre pensé que terminaría por volverme loca, ¡¿pero tonta?! Digo, sé que no soy la mujer más brillante del planeta, pero convertirme en lo que más me desespera, nunca fue opción.

Sucumbí, un jueves desperté con un terrible dolor de garganta, cabeza, articulaciones y todo me daba vueltas, pero aun así, con la esperanza de que se me pasara pronto, fui a trabajar. No sucedió, conforme pasó el día, las cosas empeoraron al punto en que al día siguiente no me presenté en la editorial. Fui al médico y me dijo que todos mis síntomas previos y mi malestar del momento eran debidos a una fuerte carga de stress, corajes contenidos y cosas que uno nunca dice con el únicvo fin de ahorrarse discusiones.

Me mandó a casa a reposar, a no pensar y, sobre todo, a dormir. Lo obedecí en gran
medida, pero tenía que mandar algunos artículos por mail así que no pude relajarme del todo. El malestar menguó, pero pasaron días antes de que me sobrepusiera; así que, el viernes siguiente que tampoco me presenté al trabajo (nos dieron el día debido a que habíamos trabajado el martes que era feriado), para bien o para mal, decidí decir cosas que no había dicho, para ver si así terminaba con la enfermedad que ahora se había convertido en una gripa muy extraña. Hablé, lloré, grité y luego... la gripa desapareció.

Ahora me siento mucho mejor pero aún no estoy segura de lo que me pasó. El médico dijo que me había enfermado de stress, yo creo que me estaba enfermando de tontería, porque cuando uno se preocupa pero no se ocupa, sabe las cosas y no las dice, se guarda sus sentimientos, deja de darse tiempo para disfrutar y entender las cosas que pasan en el mundo, cuando pierde la capacidad de escuchar a sus amigos, abandona a su familia y se porta como maestra regañona de su mejor interlocutor, todo, escondido bajo la máscara de "tengo mucho trabajo", es una tontería que tarde o temprano, acaba por convertirse en estupidez crónica.