Desaparecer

Me voy a desaparecer un día, un rato, un año, una vida o quizá sólo un segundo.

De todas maneras no me encuentro en ninguna parte. Alguien valioso me aconsejó verme en el espejo, dijo que al verme de frente me sentiría mejor, pues a él le alegra verme y eso lo hacía sentirse mejor. Pero no lo logré, verme al espejo es raro. El espejo sólo me sirve para arreglarme el cabello, para ponerme rímel y para dar un vistazo final a mi ropa antes de salir al mundo.

Me di cuenta de que estoy acostumbrada a verme en otros tipos de reflejo; los ojos de mis amigos, la sonrisa de mi mamá, el ronroneo de mis gatos, la atención de mis alumnos, en el rebote de mis palabras en la boca de otros y en la dulzura del hombre que amo.

Mis amigos no pueden mirarme todo el tiempo, últimamente, mi mamá no sabe sonreír, mis alumnos de vacaciones, la gente está muda, él está amargo y los gatos están tan ansiosos que ronronean muy poco. Así aparezco y desaparezco en ratos.

Voy a desaparecer un día, un rato, un año, una vida o quizá sólo un segundo... y aunque me da miedo, tal vez no sea tan grave. Quizá me sirva para renovarme.

Mientras, me conmueve que el espejo, obedientemente, decidido a cumplir con su propósito, sigue haciendo su esfuerzo y cumple con su parte para mostrarme que, aunque sea en apariencia... sigo aquí.

Devastada

Sí, lo asumo y lo acepto, las emociones se han apoderado de mi vida.

Desde hace cinco meses ha sido una seguida de la otras, de esas sacudidas que provocan pequeños derrumbes cuando vienen solas, pero que juntas me han vuelto tan sensible que hasta las flores me hacen llorar.

Él me ignora, él me termina, la enfermedad que me dejó sin comer bien por tres semanas, la peor crisis económica en mi vida, la traición, el desengaño, la muerte, la ruptura de una familia fracturada y, ahora, su partida que me deja la sensación de que ese romántico dolor en mis piernas es un error para él.

Doy fe de todo esto, no para que se me vea con lástima, ternura o preocupación, por el contrario. Lo escribo para dar fe de lo que pasa y para que se haga constar, cuando todo esto haya pasado, que me levanté.

Que pude y que puedo con todo esto aunque me arda el alma, se me agüen los ojos y sienta que no puedo respirar.

Puedo, comeré, trabajaré y seguiré porque sé que no voy a sentirme así para siempre... simplemente, no podría.

Recuerdos mal trazados.

No, no me han vuelto las ganas de recordarte; quizá porque en el fondo, no me gusta pensar que te has ido.

No me ha dado la gana

perdonarte tantos llantos,

groserías y fastidios,

aún creo en tu respiro.

He decidido pensar

que nos dijimos todo,

sin pendientes ni cuentas,

sea mucho o poco.

Viste por mi hasta el final,

y no te he puesto una ofrenda.

Sí recuerdo tu mirada,

tu risa y tus olores.

Me heredaste más que eso,

incluso un par de rencores.

Es raro pensar que te fuiste,

aún me parece extraño,

aunque sabía que pasaría,

pero no pensé que este año.

Hacía mucho que no te veía,

ya casi no hablábamos,

incluso dejé de marcarte

para evitar el mal trago.

A veces no me reconocías,

no sabías con quién hablabas

a mí se me rompía el corazón

y tú sólo te inquietabas.

Y bien, Chagüita mía,

aunque suene a desvarío

sólo queda decirte

que de ti no me despido.

Estás tranquila y lúcida,

lo sé y hasta lo siento,

después del sufrimiento,

la muerte te volvió a la vida.

Te veo en mis sueños

y te tengo en mis recuerdos,

¿para qué quiero más,

si me tienes y nos tenemos?